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viernes, 23 de abril de 2010

La misión: El pequeño Gran Chile Part Deux

Como les comentaba en el pequeño gran chile parte 1, pase casi 5 años de mi vida en búsqueda del Chile Cobanero. La única referencia que me dio un vendedor de maníes es que era un chile de chapinlandia y que era de Cobán. Al fin, me trajeron por encargo Chile Cobán que se habían bombeado de un bote de la Pizza Hut. -Este de seguro es un chile muy popular en Guatemala,- me dije. Lo probé y en efecto era el mero mero chile Cobán y me enamoré de nuevo de él.

Por esa época acababa de comenzar labores en el Ministerio, lugar donde conocí a mis grandes amigos, entre ellos, árbol que no habla. La primera fiesta que organizamos se llamó la Barbacoa Tóxica y como alguien les había dado paja a estos brutos que yo podía cocinar, me pidieron que preparara algo rico y que no sea complicado.

La verdad que para alimentar a tanto gordo, me incliné a preparar algo que abundara y ese día nació una de mis recetas insignia: las alitas Coffee Cobaneras. Como se me adelantaron y pusieron un exitoso restaurante, las famosas Buffalo Wings, impresionar a esta mara iba a ser complicado. Iba a tener de mi lado un par de barriles para que la cerveza inclinara su cerebro a creer que estaban devorándose algo rico. Milagrosamente logré sacarme de la chistera, quizás una de las mejores alitas en este lado del planeta:

Se prepara una pasta de Chiles secos: en un poco de agua meter unos 4 chiles pasas, 4 chiles poblanos, o 4 chiles guaque criollos picantes, hervir hasta que se aguaden y moler en licuadora.

En una olla sofreir cebolla amarilla, una hoja de laurel, tomillo, comino, ajo, hasta que se transparente. Agregar una buena dosis de pasta de chile y dejar que dore. Agregar suficiente salsa de tomate, salsa perrins, limón y una buena cantidad de azúcar morena. Preparar un buen espresso doble o triple y hecharselo

Dejar que se casen los sabores, corregir con sal y pimienta, sacarlo del fuego y molerlo con una licuadora. Después se tuesta y muele una buena cantidad de Chile Cobanero y se va incorporando a la espesa salsa hasta darle el picante deseado, a mi me gusta que queme y queme fuerte.

Lo dulce caramelizado hace que se llene uno todos los labios de picante por lo que no es sencillo aguantar esta deliciosa salsa. En esa ocasión me habían conseguido una pasta cobanera traída desde Cobán en un bote de Gerber y todos me alababan sobre ese picante ahumado que le había dado a esas alitas. Por esas alturas ya era el chambelán de mi esposa y en una visita a Guate me lleve botes de Chile tamaño restaurante, acción que derivó en un amor apasionado de toda la majada por este chilito maravilloso.

Posterior a esto, he tenido la oportunidad de comer chile cobanero a montones, los compro por libra en el mercado, los tuesto y los muelo personalmente. También los he probado en chirmol, en aguachile para tacos, en polvo para condimentar la pizza queda delicioso y también como especie para un Dip de queso.

Dos de los platos bomba que he preparado han sido: Filete de róbalo en crema, cebollas y Chile Cobanero. Y Chuletas ahumada con cobanero-mango-chutney, deliciosas.

En fin, puedo afirmar que el pequeño gran chile es parte fundamental de mi vida, sin embargo, tal como dijo Arbol que no habla, hay que llegar a los orígenes. Aun no sabemos que variedad es, ni como hacen para ahumarlo. Me gustaría verlo creciendo en el campo, cosecharlo y llevarlo a que lo ahúmen. Trataré de cumplir con esta misión y hacerle honor a uno de mis queridos y consentidos cómplices de la cocina…

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